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Marc Rigo
Lunes, 14 de Marzo de 2016
Violencia machista

Em pot la ràbia…

Una al.lota de 18 anys, familia meva de molt aprop, després de mesos d’amenaces i pallisses per part del seu “estimat”, va tornar a ser agredida en un local públic dissabte passat.

Un policía va rebre de valent i els testimonis en donen fè.

Ella, per fi, el denuncia, avui als jutjats de Manacor.

Quí és la victima? Ell…L’han amollat…Així no ho aturarem mai!!!

Conservamos el anonimato de quien ha publicado y denunciado hoy este hecho en Facebook, de nuevo un hecho cargado de un dramatismo tremendo. Desde aquí nuestro apoyo, aunque sabemos que no es suficiente. Me pregunto ¿Para qué están los políticos? Ellos son los que legislan…pero visto lo visto solo buscan sillas de cuatro patas con almohadón incluido y perfumes que huelan bien. ¿Cuánto tiempo llevan las mujeres en esta situación?

 

No es justo que estas niñas y mujeres por el solo hecho de haber nacido mujeres tengan que sufrir y padecer malos tratos, vejaciones, humillaciones y torturas hasta la muerte. La sociedad debe rebelarse, debe asumir las responsabilidades que la clase política de manera irresponsable olvida, quizás por falta de coherencia, de responsabilidad o por su ineptitud más de una vez manifiesta, las medidas hay que revisarlas continuamente, analizar donde fallan, no solo reformar la Constitución es importante, reformar las leyes que afectan a al violencia doméstica en función de sus resultados debe ser permanente, conseguir la máxima protección de las mujeres es aún mucho más importante que la reforma constitucional. Por un error en la Constitución nadie muere, tras un error en la protección de una mujer puede haber una muerte. No es justo que esta sociedad no proteja la vida de quienes se sienten amenazadas por unos seres dementes e irracionales que han hecho del odio su única “virtud”. Esas mujeres y niñas se merecen la libertad como todos nosotros, no la angustia de cada día solo por el hecho de  haber nacido mujer.

 

Si de verdad deseamos atajar esta lacra social deberemos utilizar medidas duras contra estos depredadores e inadaptados sociales, no bastan ordenes de alejamiento que no cumplen, no bastan simples condenas, su odio es visceral y nace de lo más profundo de sus ADNs, las condenas deberán ser mucho más duras, mucho más efectivas. No podemos dejar seguir sufriendo a nuestras mujeres. Si nuestra educación y nuestros hombres son los culpables, señalemos claramente los errores y los nombres, apartémosle si hay que hacerlo. Y si la culpa es de unas hormonas en delirio hay remedios para anularlas, pero por Dios no dejemos que nadie torture mas a nuestras niñas y mujeres con casi total impunidad, pongamos remedio a sus fines antes de que puedan cumplirlos, unos fines que como todos sabemos solo llevan a la destrucción y la muerte de algunos de nuestros seres queridos. Todos seremos y somos culpables de no haber sabido actuar a tiempo.

 

Un lamento, una sociedad viva  ante hechos tan trágicos no puede movilizar solo a una decena de personas como ocurre con las manifestaciones semanales en diferentes puntos de la isla y que con gran valentía y continuidad organizan diferentes colectivos ciudadanos. Todos somos mujeres y su lucha es nuestra lucha. El hombre es compañero de la mujer por naturaleza, maltratador lo es por demencia, por inferioridad mental y por la permanente degradación de su rol, en lugar de protector su incapacidad le convierte en destructor. Busquemos entre todos fórmulas aunque sean duras, pensándolo bien, más duras son las vidas que están viviendo muchas mujeres rotas de miedo y en permanente peligro. La sociedad y en ello incluyo especialmente a la izquierda debe ser valiente y afrontar sus retos y más sus desafíos, lo políticamente incorrecto a veces puede ser la salvación y la libertad de ellas.

 

No es justo que por amar se les prive a ellas de su condición, de su libertad, de sus sueños y de sus ilusiones. En lugar de amor correspondido encontraron odio y posesión. Son prisioneras de sus sentimientos y su dolor, en unos tiempos donde la valentía ni tan siquiera se nos supone y donde mirar hacia otro lado es menos comprometido que asumir nuestras a veces duras responsabilidades.

 

El otro día en un artículo referido a la desaparecida Victoria de Son Servera me preguntaba ¿Denunciarlos? Para que…desgraciadamente…Victoria denuncio como tantas otras…y lamentablemente de nada le sirvió…Es nuestra hora, la hora de la sociedad, ellas no pueden hacer más de lo que hacen, es hora de que nosotros, la sociedad, cumplamos con ellas.

 

 

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