Día Miércoles, 24 de Septiembre de 2025
Tradiciones
Mañana es la fiesta de Todos los Santos y pasado la de los Difuntos dos fiestas llenas de recuerdos y nostalgia
Dos fiestas señaladas especialmente por el recuerdo a los seres queridos que partieron ya, tras ese adiós eterno e irrevocable.
![[Img #20113]](upload/img/periodico/img_20113.jpg)
Sentimientos, nostalgias, cariño y mucha, mucha añoranza en las caras de los miles de ciudadanos que estos días visitan los cementerios, unos cementerios que lucen sus mejores galas con la explosión de color, de cientos y cientos de ramos de flores que los familiares depositan ante las tumbas de sus seres queridos.
Hemos querido recordar antaño, las flores de la humildad, de la sencillez, sin la ostentación que hoy en día marcan las modas, las flores cuidadas por las mujeres de los agricultores y que sin apenas ostentación, pero con una exquisita belleza, llevaban a vender en sus puestos de los mercados.
Los crisantemos eran en aquellos tiempos la flor más cultivada con diferentes colores y diferentes variedades, además de las rosas o gladiolos, pero había otras flores como es el caso de las bellísimas y espectaculares “crestes de gall”, que ya muy pocos cultivan, todo un prodigio de formas y colores en recuerdo de quienes en vida fueron queridos y nos quisieron.
Recuerdo como las mujeres se intercambiaban esquejes de crisantemos, muy fáciles de sembrar y muy fáciles de cuidar, según las necesidades de cada familia, dependía mucho de los fallecimientos habidos en cada una de ellas, se los intercambiaban si tenían alguna variedad nueva o un nuevo color quizás llegado de otro pueblo o si necesitaban más flores para al año siguiente. También recuerdo que si una familia tenía en sus plantas muchísima floración, regalaba flores a los vecinos que no tuvieran, para de esta forma que ellos también pudieran cumplir con sus difuntos. Eran otros tiempos… pero de un mismo país.
Sentimientos, nostalgias, cariño y mucha, mucha añoranza en las caras de los miles de ciudadanos que estos días visitan los cementerios, unos cementerios que lucen sus mejores galas con la explosión de color, de cientos y cientos de ramos de flores que los familiares depositan ante las tumbas de sus seres queridos.
Hemos querido recordar antaño, las flores de la humildad, de la sencillez, sin la ostentación que hoy en día marcan las modas, las flores cuidadas por las mujeres de los agricultores y que sin apenas ostentación, pero con una exquisita belleza, llevaban a vender en sus puestos de los mercados.
Los crisantemos eran en aquellos tiempos la flor más cultivada con diferentes colores y diferentes variedades, además de las rosas o gladiolos, pero había otras flores como es el caso de las bellísimas y espectaculares “crestes de gall”, que ya muy pocos cultivan, todo un prodigio de formas y colores en recuerdo de quienes en vida fueron queridos y nos quisieron.
Recuerdo como las mujeres se intercambiaban esquejes de crisantemos, muy fáciles de sembrar y muy fáciles de cuidar, según las necesidades de cada familia, dependía mucho de los fallecimientos habidos en cada una de ellas, se los intercambiaban si tenían alguna variedad nueva o un nuevo color quizás llegado de otro pueblo o si necesitaban más flores para al año siguiente. También recuerdo que si una familia tenía en sus plantas muchísima floración, regalaba flores a los vecinos que no tuvieran, para de esta forma que ellos también pudieran cumplir con sus difuntos. Eran otros tiempos… pero de un mismo país.
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