Juegos
Cómo reconocer al jugador patológico
La persona que sufre de ludopatía, también conocida como juego patológico, se caracteriza por la incapacidad de resistir al impulso de jugar y participar en juegos en los cuales existe la posibilidad teórica de ganar mucho, frente a un riesgo relativamente modesto o todavía aceptable en relación con la sola pérdida.
Esta remota posibilidad de ganancia más o menos consistente insta a las áreas del cerebro implicadas en el sistema de recompensa de una manera similar de quien abusa de alcohol y sustancias psicotrópicas, proporcionando excitación y placer inmediato.
El jugador intenta así probar una y otra vez la misma sensación, con un mecanismo que determina rápidamente la adicción.
La propensión a la ludopatía puede ser exacerbada por períodos de dificultad y estrés en el trabajo (pérdida o deterioro de las condiciones de trabajo, despidos, jubilación, etc.) o por problemas familiares (divorcio, duelo, enfermedad de un pariente cercano, etc.) o en caso de aparición / agravación de ansiedad y depresión no tratada.
En estas situaciones, el juego se convierte en una forma de compensación temporal a la insatisfacción y preocupaciones en otros contextos. La solución aparente se revela, sin embargo, peor que el daño inicial, causando problemas de relación, profesionales y económicos, juntos a un mayor deterioro del estado de ánimo.
González-Ibáñez, analizando el juego patológico y los diversos tipos de jugadores ha afirmado que “la conducta de jugar, intrínseca en el hombre e íntimamente relacionada con sensaciones de placer, puede convertirse en una conducta problemática de graves consecuencias. Se considera que es una conducta patológica cuando el individuo pierde la libertad de jugar y el juego pasa a ser una necesidad prioritaria, con el consiguiente deterioro de la vida individual, familiar y social”.
Síntomas y signos para reconocer al jugador patológico
- Exaltación exagerada cuando se enfrenta a apuestas que implican un alto riesgo de pérdida.
- tendencia a apostar cada vez más cantidades de dinero en juegos con mínima posibilidad de victoria.
- pensamiento obsesivo de juego que se convierte en una constante de la vida diaria, hasta interferir con el trabajo, los intereses habituales, familiares y las relaciones sociales.
- tendencia a recordar y contar las apuestas y ganancias anteriores.
- tendencia a minimizar la propensión por el juego y sus efectos negativos.
- rechazo de la idea de ser jugador adicto.
- sentimiento de culpa y depresión después de perder grandes cantidades de dinero o tener deudas contraídas debidas a los juegos de azar.
- tendencia a pedir préstamos, vender la propiedad de la familia o cometer delitos
con el objetivo de conseguir dinero para jugar.
- incapacidad de resistirse al juego, a pesar de una seria determinación de abstenerse.
- tendencia a mentir a la familia y amigos sobre el hecho de haber jugado y sobre la cantidad de las pérdidas.
Esta remota posibilidad de ganancia más o menos consistente insta a las áreas del cerebro implicadas en el sistema de recompensa de una manera similar de quien abusa de alcohol y sustancias psicotrópicas, proporcionando excitación y placer inmediato.
El jugador intenta así probar una y otra vez la misma sensación, con un mecanismo que determina rápidamente la adicción.
La propensión a la ludopatía puede ser exacerbada por períodos de dificultad y estrés en el trabajo (pérdida o deterioro de las condiciones de trabajo, despidos, jubilación, etc.) o por problemas familiares (divorcio, duelo, enfermedad de un pariente cercano, etc.) o en caso de aparición / agravación de ansiedad y depresión no tratada.
En estas situaciones, el juego se convierte en una forma de compensación temporal a la insatisfacción y preocupaciones en otros contextos. La solución aparente se revela, sin embargo, peor que el daño inicial, causando problemas de relación, profesionales y económicos, juntos a un mayor deterioro del estado de ánimo.
González-Ibáñez, analizando el juego patológico y los diversos tipos de jugadores ha afirmado que “la conducta de jugar, intrínseca en el hombre e íntimamente relacionada con sensaciones de placer, puede convertirse en una conducta problemática de graves consecuencias. Se considera que es una conducta patológica cuando el individuo pierde la libertad de jugar y el juego pasa a ser una necesidad prioritaria, con el consiguiente deterioro de la vida individual, familiar y social”.
Síntomas y signos para reconocer al jugador patológico
- Exaltación exagerada cuando se enfrenta a apuestas que implican un alto riesgo de pérdida.
- tendencia a apostar cada vez más cantidades de dinero en juegos con mínima posibilidad de victoria.
- pensamiento obsesivo de juego que se convierte en una constante de la vida diaria, hasta interferir con el trabajo, los intereses habituales, familiares y las relaciones sociales.
- tendencia a recordar y contar las apuestas y ganancias anteriores.
- tendencia a minimizar la propensión por el juego y sus efectos negativos.
- rechazo de la idea de ser jugador adicto.
- sentimiento de culpa y depresión después de perder grandes cantidades de dinero o tener deudas contraídas debidas a los juegos de azar.
- tendencia a pedir préstamos, vender la propiedad de la familia o cometer delitos
con el objetivo de conseguir dinero para jugar.
- incapacidad de resistirse al juego, a pesar de una seria determinación de abstenerse.
- tendencia a mentir a la familia y amigos sobre el hecho de haber jugado y sobre la cantidad de las pérdidas.
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