Santanyí / Cala d'Or
Cala d'Or rinde un emotivo homenaje a Joan Riera Ferrari dedicándole la calle donde vivió
Cala d'Or celebró el martes pasado su gran jornada de las Festes Santa Maria del Mar.
Uno de los actos más destacados, fue sin lugar a dudas, el homenaje que se realizó en recuerdo al pintor manacorí Joan Riera Ferrari, desparecido en mayo, quien pasó más de 20 años viviendo en Cala d’Or, donde es recordado y apreciado por sus vecinos, el homenaje consistió en dedicarle el nombre de la calle donde vivió.
![[Img #25513]](upload/img/periodico/img_25513.jpg)
Una placa que lleva su nombre fue descubierta, por el alcalde Llorenç Galmés y la alcaldesa pedània de Cala d’Or, Bàrbara Xamena.
Cala d’Or en aquellos años en que Ferrari vivió su particular “exilio”, era punto de encuentro de personajes muy diversos, los cuales y gracias a la prodigiosa habilidad de Joan para establecer relaciones, acudían a su estudio, situado encima de su vivienda en Cala D’Or, para ver y admirar sus obras. Camilo Sesto, Joan Manuel Serrat, Julio Iglesias, Amparo Muñoz la desparecida Mis Mundo, y un sinfín de nombres conocidos que ayudaron a que el nombre de Cala d’Or sonara dentro del incipiente turismo isleño. Un turismo de calidad y de prestigio.
Joan vivía en un primer piso, su amplísima terraza, disponía de una vista privilegiada sobre el puerto. Ahí nacieron sus obras ibicencas, casas blancas y payesas llegadas de la isla vecina, componían sus cuadros. Muchos de ellos aún pueden admirarse en restaurantes de Cala d’Or, donde era cliente habitual.
Al principio habíamos hecho mención a su particular “exilio” en Cala d’Or y explicaremos la versión relatada por el propio protagonista. Debemos recordar también, que Joan fue el mejor novelista de su vida, él ponía la sal y el azúcar según debía ser la historia.
Contaba que realizó una intervención algo “sacrílega o muy atrevida” para los tiempos que corrían en la iglesia de Manacor, creo recordar que con motivo de la Casa Santa, u otra festividad similar, quizás Semana Santa, colocó un crucifijo al revés, es decir con la cabeza hacia abajo, con la idea que ver el crucifijo de revés llamaría la atención sobre el significado de la cruz, pero los fieles lo interpretaron de forma irreverente y diabólica. Esta recreación le valió la enemistad o el rechazo de la gente más religiosa de Manacor, recibiendo, siempre según sus comentarios, insultos por su atrevimiento, motivo por el cual decidió pasar una larga temporada en Cala d’Or hasta que los ánimos se calmaron en su ciudad natal. Si ello es cierto o no, fue su historia así contada y así oida.
Años después recuperaría la amistad con la comunidad religiosa de Manacor, siendo el creador de unos de los pasos más bellos de la Semana Santa manacorina.
Una estancia, la de Cala d’Or que fue muy productiva para él, además de su valor como artista que iba creciendo día a día, creó su propio bar, lugar donde solía contar que fue el lugar donde conoció al pintor de Felanitx, Miquel Barceló en plena adolescencia, participó en la decoración de la discoteca Farah’s y la de algunos hoteles en Cala d’Or y en Mallorca.
Ahora sus antiguos vecinos, tras su desaparición, han querido rendirle un sentido homenaje, rebautizando la calle donde vivió con su nombre. Toda un amuestra de cariño y recuerdo de unos tiempos que fueron pero ya no son. Ni mejores ni peores, quizás tan solo distintos.
Uno de los actos más destacados, fue sin lugar a dudas, el homenaje que se realizó en recuerdo al pintor manacorí Joan Riera Ferrari, desparecido en mayo, quien pasó más de 20 años viviendo en Cala d’Or, donde es recordado y apreciado por sus vecinos, el homenaje consistió en dedicarle el nombre de la calle donde vivió.
![[Img #25513]](upload/img/periodico/img_25513.jpg)
Una placa que lleva su nombre fue descubierta, por el alcalde Llorenç Galmés y la alcaldesa pedània de Cala d’Or, Bàrbara Xamena.
Cala d’Or en aquellos años en que Ferrari vivió su particular “exilio”, era punto de encuentro de personajes muy diversos, los cuales y gracias a la prodigiosa habilidad de Joan para establecer relaciones, acudían a su estudio, situado encima de su vivienda en Cala D’Or, para ver y admirar sus obras. Camilo Sesto, Joan Manuel Serrat, Julio Iglesias, Amparo Muñoz la desparecida Mis Mundo, y un sinfín de nombres conocidos que ayudaron a que el nombre de Cala d’Or sonara dentro del incipiente turismo isleño. Un turismo de calidad y de prestigio.
Joan vivía en un primer piso, su amplísima terraza, disponía de una vista privilegiada sobre el puerto. Ahí nacieron sus obras ibicencas, casas blancas y payesas llegadas de la isla vecina, componían sus cuadros. Muchos de ellos aún pueden admirarse en restaurantes de Cala d’Or, donde era cliente habitual.
Al principio habíamos hecho mención a su particular “exilio” en Cala d’Or y explicaremos la versión relatada por el propio protagonista. Debemos recordar también, que Joan fue el mejor novelista de su vida, él ponía la sal y el azúcar según debía ser la historia.
Contaba que realizó una intervención algo “sacrílega o muy atrevida” para los tiempos que corrían en la iglesia de Manacor, creo recordar que con motivo de la Casa Santa, u otra festividad similar, quizás Semana Santa, colocó un crucifijo al revés, es decir con la cabeza hacia abajo, con la idea que ver el crucifijo de revés llamaría la atención sobre el significado de la cruz, pero los fieles lo interpretaron de forma irreverente y diabólica. Esta recreación le valió la enemistad o el rechazo de la gente más religiosa de Manacor, recibiendo, siempre según sus comentarios, insultos por su atrevimiento, motivo por el cual decidió pasar una larga temporada en Cala d’Or hasta que los ánimos se calmaron en su ciudad natal. Si ello es cierto o no, fue su historia así contada y así oida.
Años después recuperaría la amistad con la comunidad religiosa de Manacor, siendo el creador de unos de los pasos más bellos de la Semana Santa manacorina.
Una estancia, la de Cala d’Or que fue muy productiva para él, además de su valor como artista que iba creciendo día a día, creó su propio bar, lugar donde solía contar que fue el lugar donde conoció al pintor de Felanitx, Miquel Barceló en plena adolescencia, participó en la decoración de la discoteca Farah’s y la de algunos hoteles en Cala d’Or y en Mallorca.
Ahora sus antiguos vecinos, tras su desaparición, han querido rendirle un sentido homenaje, rebautizando la calle donde vivió con su nombre. Toda un amuestra de cariño y recuerdo de unos tiempos que fueron pero ya no son. Ni mejores ni peores, quizás tan solo distintos.









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