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“Cuando el hielo deje de crujir” de Santiago Díaz Morlán
El abogado bibaíno Santiago Díaz Morlán, una autoridad en la divulgación de la antigua Roma, irrumpe en el mercado editorial con una soberbia novela que desnuda el momento histórico en el que se desmoronó el Imperio de Occidente.
«La vigilancia constante para que todas las tramas encajen sin contradicciones ha sido sin duda un reto importante. No cometer ningún error histórico, por nimio que este fuera (ambientación fuera de época, terminología adecuada, personajes y hechos exactos), ha compuesto todo un desafío al que dedicó mucho tiempo. Estoy convencido de que el resultado puede satisfacer a un historiador exigente». Son palabras de Santiago Díaz Morlán (Bilbao, 1965), un autor que no por casualidad comparte el nombre de pila con otro Santiago, apellidado Posteguillo, Premio Planeta y referencia absoluta en la ficción histórica enmarcada en la antigua Roma. Ambos coinciden en el podio de lo que a corona de laurel literaria se refiere.
La luz de aquella civilización todavía nos impregna a través del Derecho, la Lengua, la Moral y la Ingeniería, entre otras muchas cuestiones. Poner la lupa en el momento exacto en el que se desplomó ha supuesto un ejercicio de orfebrería literaria al alcance de muy pocos. En las propias palabras de Díaz Morlán: «En el caso del desmoronamiento de una estructura tan sólida como el Imperio de Occidente, la congelación inesperada del cauce del Rin, frontera natural que separó esa civilización del resto, en una fecha concreta (31 de diciembre de 406 d. C.), hubo que aquella defensa se desbordase súbitamente y en pocos años todo aquel mundo desapareció. Que se supiera el momento exacto en que todo comenzó siempre ha sido un hecho, a mi entender, fascinante».
Realmente lo es: conocer que justo el 31 de diciembre de 406 d. C., ese día y no otro, la historia de la humanidad dio un volantazo detonado por la congelación del río Rin, hecho que fue aprovechado por vándalos, alanos y suevos para cruzar en masa y poner a Roma patas arriba. He ahí el contexto histórico en el que Díaz Morlán ubica Cuando el hielo deje de crujir, una obra que alumbra una pareja de personajes memorables: «Los dos protagonistas principales, Quinto y Licia, el primero un general atormentado por su fracaso militar y la segunda una joven esposa de alto linaje, encarnan tanto la duda y valentía, él, como el coraje y la entereza, ella. Ambos llevan a cabo, en un principio juntos por el azar y después por separado, sendos viajes en los que aflorarán sus cualidades y virtudes, y convivirán con sus debilidades hasta el desenlace final,
Editorial Caligrama se ha adelantado a sus competidores y ha firmado a un autor maduro que, sin embargo, se ha estrenado con una obra sorprendentemente sólida para hablar de una ópera prima. La luz de Roma sigue iluminando.
Caligrama Editorial
Pza de la Magdalena 9 3ª Planta
Sevilla 41001
«La vigilancia constante para que todas las tramas encajen sin contradicciones ha sido sin duda un reto importante. No cometer ningún error histórico, por nimio que este fuera (ambientación fuera de época, terminología adecuada, personajes y hechos exactos), ha compuesto todo un desafío al que dedicó mucho tiempo. Estoy convencido de que el resultado puede satisfacer a un historiador exigente». Son palabras de Santiago Díaz Morlán (Bilbao, 1965), un autor que no por casualidad comparte el nombre de pila con otro Santiago, apellidado Posteguillo, Premio Planeta y referencia absoluta en la ficción histórica enmarcada en la antigua Roma. Ambos coinciden en el podio de lo que a corona de laurel literaria se refiere.
La luz de aquella civilización todavía nos impregna a través del Derecho, la Lengua, la Moral y la Ingeniería, entre otras muchas cuestiones. Poner la lupa en el momento exacto en el que se desplomó ha supuesto un ejercicio de orfebrería literaria al alcance de muy pocos. En las propias palabras de Díaz Morlán: «En el caso del desmoronamiento de una estructura tan sólida como el Imperio de Occidente, la congelación inesperada del cauce del Rin, frontera natural que separó esa civilización del resto, en una fecha concreta (31 de diciembre de 406 d. C.), hubo que aquella defensa se desbordase súbitamente y en pocos años todo aquel mundo desapareció. Que se supiera el momento exacto en que todo comenzó siempre ha sido un hecho, a mi entender, fascinante».
Realmente lo es: conocer que justo el 31 de diciembre de 406 d. C., ese día y no otro, la historia de la humanidad dio un volantazo detonado por la congelación del río Rin, hecho que fue aprovechado por vándalos, alanos y suevos para cruzar en masa y poner a Roma patas arriba. He ahí el contexto histórico en el que Díaz Morlán ubica Cuando el hielo deje de crujir, una obra que alumbra una pareja de personajes memorables: «Los dos protagonistas principales, Quinto y Licia, el primero un general atormentado por su fracaso militar y la segunda una joven esposa de alto linaje, encarnan tanto la duda y valentía, él, como el coraje y la entereza, ella. Ambos llevan a cabo, en un principio juntos por el azar y después por separado, sendos viajes en los que aflorarán sus cualidades y virtudes, y convivirán con sus debilidades hasta el desenlace final,
Editorial Caligrama se ha adelantado a sus competidores y ha firmado a un autor maduro que, sin embargo, se ha estrenado con una obra sorprendentemente sólida para hablar de una ópera prima. La luz de Roma sigue iluminando.
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