"Hace unas semanas, Loli, una amiga ingresada con dolores muy fuertes me pidió que viniese a animarla un poco con la guitarra y le canté un par de canciones. Fue tan bonito el efecto en ella, el cambio de energía en todo su ser, que me di cuenta de que tengo que aprovechar este don de la empatía musical para ayudar a las personas que pasan días o semanas en una habitación con luz artificial sin emociones positivas y en su mayoría preocupadas por su salud.

Estoy muy contento de que el Hospital de Manacor me haya dejado venir cada lunes a cantar a los pacientes y sus familiares, que también tienen lo suyo, y la experiencia está siendo muy emotiva e intensa. Entro en cada habitación preguntando "¿queréis que os cante una canción?"

A partir de ahí empieza la magia. La respuesta es indescriptible. La sensación cuando salgo de las habitaciones es la de que he dejado una semilla de ilusión y color que antes no estaba. Me hace muy feliz. Realmente la música ayuda, eso lo hemos sentido todos alguna vez".